Nueva escena de rol: Padre e hijo en una nueva vida.

Punto de vista: diego

***Historia***
Mi nombre es Diego. Vivo, por ahora en un hotel, sin sitio fijo, junto a mi viejo, también llamado Diego. A él lo respetan como don Diego, y a mí a veces me dicen Dieguito.
Vengo de Buenos Aires, del barrio de Palermo. Tuve una vida bastante complicada. Logré terminar la secundaria y estudiar una tecnicatura en programación, aparte de hacer algunos cursos de desarrollo independientes. Mi vida fue dura, pero también muy feliz.
Soy hijo único. Mis papás se separaron. Siempre mi viejo me trató de convencer de que vivir con una mujer era un grabe error, y casarme con ella, aún más grabe. Él se basó fuertemente en la experiencia con mi mamá, una mujer de mediana edad ahora que se llama Francisca y quien quedó en Argentina, manteniéndose vaya a saberse cómo, pues mi viejo no piensa ni mandarle lo que le corresponde desde aquí, y yo tampoco la quiero ver ni hablar por teléfono.
Desde pendejo me gustaba jugar al fútbol. Era amante del boxeo, practicaba artes marciales. Todo eso lo hacía en el colegio con mis amigos, o con pives del barrio.
Recuerdo los goles que metía allá en la cancha, los abrazos que me daba entonces con los compañeros de mi equipo, y ni hablar, los pelotazos que me ganaba del equipo contrario. Recuerdo los puñetazos y patadas voladoras que lanzaba a mis rivales al luchar, los escupitajos. Eran tiempos felices, de gloria.
Sin embargo, todo eso fue un pasatiempo, unas actividades recreativas. Me encantaba la música, y todavía hoy día. Aprendí a tocar el teclado, la guitarra eléctrica, la batería y el bajo. Además, también tocaba instrumentos virtuales y sintetizadores, aprendí a desarrollar software musical. Desde muy pendejo me encantaban los juguetes musicales. aprendí a tan corta edad a desarmarlos, hacerles modificaciones extrañas que a esa edad no comprendía. Desde hace unos años aprendí a hacer circuit bending. Tuve una banda de rock pesado con quienes duré un tiempo. Gracias a ellos conocí las drogas. Comencé a fumar puchos y marihuana, a tomar mucho alckohol. Fui cobrando una adicción cada vez más fuerte a fumar. Esta nueva vida que me fue tocando trajo muchos problemas a mis viejos. Mi papá, por un lado, sonreía orguyoso de mí cuando me veía prender un faso, me mandaba un trago de birra o hacía ojitos a una piva. Mi viejo me miraba y seguramente pensaba: «Ese es mi hijo que lleva el nombre de su padre, carajo».
Y es que mi viejo también, comenzó a engañar a mi mamá. Se acostaba a escondidas con otras. Mi vieja que era boluda pero tenía su inteligencia no tardó en darse cuenta. Ahí empezó todo. Lo típico de las parejas en ese estado. Mi viejo y yo soportábamos cada vez menos esa vida. Yo por suerte estaba entre terminar la secundaria y empezar la tecnicatura. Mientras tanto hacía cursos independientes y aprendía algunos lenguajes de programación por mi cuenta, ya que quería desarrollar software musical, o videojuegos en un futuro, reviviendo los juegos de los 80 y 90 que jugaba en mi niñez.
Yo salía con mis amigos, me iba a jugar al Fútbol por el barrio o a tocar, no paraba de fumar. Pasaron entonces muchas cosas que se verán reflejadas a lo largo de mi historia e interacción con la gente que me rodea ahora en Madrid.
Sentía que tenía que irme, un buen día me lo propuso mi viejo. Le gustaba mucho Madrid. Él estaba al tanto de las noticias en todo el mundo. Me contó de Imperium Corporation.
-Hijo, ahora que por suerte estás dejando el faso y toda la porquería, es hora de que comiences una nueva vida, -me dijo una noche sentándose a los pies de mi cama. -¿Qué te parece si en estos días nos vamos juntos a Madrid?
-¡Dale, me parece genial! -le dije de veras entusiasmado, pues tenía el sueño de salir del país, desintoxicarme de la Argentina, sentía que allí no podía seguir, solo me corrompía cada vez más.
-Hijo, es importante que prosperes y consigas un buen trabajo de lo que te gusta, sabés que te apoyo totalmente. Pero creo que en Argentina ni vos ni yo seríamos nadie. Tenemos que irnos.
-Se, -le dije yo, -¿y con mamá que hacemos?
-Que se joda la vieja, hijo. Mañana voy a pedir pasaje para los dos, ¿vos escuchaste hablar de Imperium Corporation?
-No, contame, -le dije interesado.
-Bueno, al parecer es una megacorporación que está dando en España muchas oportunidades de vida muy buenas. Dicen que planean expandirse. ¿Qué te parece?
-¿Vos decís que yo trabaje con ellos?
-Sería lo ideal, hijo.
-¿Pero y si no lo consigo? ¡Y si no me dejan?
-Na, tenete fé, ya lograste dejar las drogas y la mala vida, yo creo que así como estás te van a dar una mejor oportunidad.
-¿Me vas a ayudar, viejo?
-Claro que sí, hijo. Mirá, por lo que puedo ver no tienen ninguna tienda de juguetes ni de música, ¿qué te parece crear juguetes o instrumentos musicales electrónicos y venderlos?
La idea me encantaba. Yo siempre charlaba con mi viejo, íbamos a pescar y, cañas en mano, nos contábamos nuestros secretos y confidencias.
-Entonces ahí yo serviría mucho, -le dije.
-Bueno, Dieguín, quedamos así. Cuando salgamos para Madrid, organizamos un poco las cosas y conseguimos un trabajo para los dos, o en todo caso para vos y nos mantenemos con lo que ganes.
Y así fue. Tres días después ya estábamos en el avión de camino a España, al aeropuerto de Madrid.
Llegamos. Se confirmó lo que íbamos pensando y mirando en la tele. Madrid era Buenos Aires pero española. Niños que corrían por acá y por allá, sin un mísero juguete y con unas caras de aburrimiento peor que la mía en el avión, a pesar de que iba con un celular escuchando música. Por suerte en Aduanas no nos habían quitado nada. Habíamos llevado nuestros celulares, alguna ropa y poco más, aparte de documentos, pasaportes y demás papeleo importante. Y las calles eran un caos. Había criminales, o quienes al menos aparentaban pertenecer a la mafia, gente que corría aterrorizada, otra gente que parecía disfrazada, pues llevaban chaquetas con capuchas de diferentes colores. Había también quienes golpeaban y acuchillaban. Madrid era el caos, y en el caos mi viejo y yo íbamos a instalarnos.
Esa noche descansamos, el viaje había sido agotador. Mi viejo no estaba muy en condiciones de moverse tanto por la ciudad. La fatihga de los años y la alergia a los aviones que tiene no le dejaban disfrutar tanto del paisaje como a mí, que tenía ganas de salir, conocer. Y así lo hice. Decidí ir de compras. Siempre me gustó mucho comprar, y esta vez hacía falta comida. Fui a comprar el periódico. Desde mi celular no conseguía acceso a Internet, aparentemente Imperium había realizado modificaciones muy grandes hasta a lo que era la televisión. Eran una barbaridad de noticias las que había que leer. Me senté en una esquina de recepción a leer, antes de salir e ir a comprar lo necesario. Se hablaban de asesinos, evitas, encapuchados… Me dolió saber que había acá mismo un argentino metiéndose en quilombos. Yo tenía un amigo llamado Javier, pero era imposible que sea el mismo, lo confirmé a mirar las fotos. Por suerte no era, no lo conocía de nada, pero me dio pena el chavón. Parecía estar en las últimas. Tal vez era el típico concheto arrepentido.
En una tienda de ropa situada en la calle de preciados fui a chusmear, y ahí me encontré a alguien.
***Escena***
Comunidad de Madrid; Tienda CNX.
CNX, de las siglas Cost is Not eXpensive es un nuevo modelo de tienda de ropa Low Cost para gente con ingresos mínimos traído por la división de ropa Imperium Wear. Esta tienda en concreto está especializada en camisetas. Teclea ‘tienda’ para ver qué te pueden ofrecer.
Te encuentras con diana.
Salidas Visibles: fuera.
diana mira la ropa con curiosidad
diego mira las estanterías.
diana te mira.
diego piensa: Bueno, no está mal…
diana dice con acento lucentino, «buenas tardes»
Dices con acento porteño, «Buenas, señorita!»
diana
Te encuentras ante una chica joven de rasgos suaves y cara morena. Su pelo es largo, ojos azules y un cuerpo delgado.
Se nota claramente que es una mujer.
Notas que mantiene una atención activa.
Este personaje está interpretado por un Wizard.
diana dice con acento lucentino, «que tal todo?»
Dices con acento porteño, «Muy bien, llegando a la ciudad, haciendo algunas compras.»
diego estrecha la mano a Diana.
diana dice con acento lucentino, «perfecto. eres nuevo por aquí?»
diana estrecha también
Dices con acento porteño, «Sí, llegué de Buenos Aires con mi viejo.»
Dices con acento porteño, «que está descansando del viaje en un hotel.»
Sonríes.
diana dice con acento lucentino, «vaya!»
diana dice con acento lucentino, «y que te trae por aquí?»
Dices con acento porteño, «Bueno, venimos a comenzar una nueva vida, en parte alejándonos de mi mamá y en parte conseguir yo un trabajo como la gente.»
diego mira unos pantalones feos y piensa: Lo que se vende a veces…
diana dice con acento lucentino, «bueno»
diana dice con acento lucentino, «espero tengas suerte entonces.»
Sonríes.
Dices con acento porteño, «Lo mismo para vos, no sé tu nombre!»
Dices con acento porteño, «Me llamo Diego.»
diana dice con acento lucentino, «Diana. el tuyo?»
Dices con acento porteño, «Diego Armando de la Verga, para servirte.»
diego sonríe ampliamente.
diana sonríe.
diana dice con acento lucentino, «vaya»
diana ríe disimuladamente
Dices con acento porteño, «Un gusto, Diana, Cuando quieras y tengas tiempo, vamos a charlar a algún lugar más tranquilo, me agrada mucho la idea de hacer nuevos amigos aquí en Madrid. A qué te dedicás?»
diana se presenta como psicóloga.
diana dice con acento lucentino, «y tu?»
Dices con acento porteño, «Wow!»
Indicas a todos los presentes que eres desarrollador.
diana dice con acento lucentino, «ah»
diana dice con acento lucentino, «otro ingeniero de esos»
diana dice con acento lucentino, «ultimamente vienen muchos a españa»
Dices con acento porteño, «Ahora mismo no estoy trabajando, vamos a ver durante mi estancia acá en Madrid, que esa es mi idea y la de mi viejo.»
Dices con acento porteño, «Bueno, lo mío no es exactamente la ingeniería»
diana dice con acento lucentino, «perfecto»
diana dice con acento lucentino, «no se a mí todo eso me suena igual»
Dices con acento porteño, «Terminé una tecnicatura en programación e hice algnos cursos de desarrollo web y programación de videojuegos en Unity, un lenguaje.»
Sonríes.
Dices con acento porteño, «Debe ser algo de chino y japonés para alguna gegnte, lo sé»
diana dice con acento lucentino, «haces videojuegos?»
Dices con acento porteño, «Sí, no saqué ninguno oficialmente pero hice pequeños jueguitos de prueba.»
Dices con acento porteño, «Me gustan mucho los videojuegos retro de cuando éramos pequeños.»
Dices con acento porteño, «Y bueno, revivir más o menos aquellas épocas.»
diana dice con acento lucentino, «los marcianitos?»
diego sonríe recordando cuando era niño y jugaba a los matamarcianos.
Dices con acento porteño, «Esa onda!»
diana dice con acento lucentino, «si me acuerdo»
diana dice con acento lucentino, «me gustaban mucho»
diana dice con acento lucentino, «y el comecocos»
diana dice con acento lucentino, «y el pong!»
Dices con acento porteño, «Qué recuerdos… pero claro, a esta altura de mi vida prefiero más programar que jugar, lo hago moderadamente, hacen makl a la cabeza a largo plazo.»
diana dice con acento lucentino, «bueno»
diana dice con acento lucentino, «si sacas algo chulo avísame vale?»
Dices con acento porteño, «También me dediqué al desarrollo de software musicaly he trabajado con instrumentos físicos, otra cosa que me gusta todavía más.»
Dices con acento porteño, «Síii, yo creo que te va a gustar!»
Sonríes.
Dices con acento porteño, «Algo me dice que vamos a tener suerte mi viejo y yo»
diana dice con acento lucentino, «puede ser»
Dices con acento porteño, «Sobre todo desde que oímos hablar de Imperium Corporation.»
Dices con acento porteño, «Parece que ofrecen una buena vida.»
diana dice con acento lucentino, «ah! yo estoy en el programa imperium healthcare»
Dices con acento porteño, «En qué consiste!»
diego de repente te pone atención.
diana dice con acento lucentino, «todos los que nos dedicamos a alguna rama perteneciente a la salud, imperium hace concursos para darnos proyectos»
diana dice con acento lucentino, «y a mi me han dado una beca para seguir con mis prácticas de psicología»
diego sonríe encantado.
Dices con acento porteño, «Qué genial!»
diana dice con acento lucentino, «estoy reformando mi casa para convertirla en una consulta»
Dices con acento porteño, «Y eso que me han dicho que no son tan humanistas…»
diana dice con acento lucentino, «pues»
diana dice con acento lucentino, «a mí me están ayudando»
Dices con acento porteño, «Eso es algo grandioso, amiga.»
diana dice con acento lucentino, «sí!»
Sonríes.
Dices con acento porteño, «Y eso que de psicología no sé nada»
diana dice con acento lucentino, «y qué pretendes encontrar aquí?»
Dices con acento porteño, «Bueno, un trabajo que concuerde con mis especialidades, por ejemplo acá no veo ninguna tienda que se especializara en juguetes ni música»
Dices con acento porteño, «una casa donde vivir mi viejo y yo»
diana dice con acento lucentino, «pues ánimo!»
Dices con acento porteño, «una vida más tranquila que la que pasamos allá.»
diana dice con acento lucentino, «entiendo»
diego sonríe a Diana.
diana sonríe mientras mira la ropa
diego te estrecha la mano. Fue un placer, voy a hacer compras y volver al hotel, no se me vaya a morir de angustia mi viejo.
Sonríes.
diana devuelve el apretón
diana dice con acento lucentino, «igualmente»
Dices con acento porteño, «Ojalá crusarte pronto, me agradó mucho conocerte.»
diana dice con acento lucentino, «igualmente!»
diego se despide de la chica con una gran sonrisa y sin comprar nada, se encamina hacia la salida.
Salí, dispuesto a seguir de compras. Había tiendas que me llamaron la atención, era tienditas muy de segunda, pero parecían uuna buena oportunidad para empezar a ganar mis primeros euros y traer algo bueno para mí y mi viejo.