Nuevo relato de romina: Mi historia de vida

Soy Romina Méndez, tengo 20 años y vengo de Buenos Aires, Argentina. Hija única de padres mayores que tras mucho intentarlo, entre eso 2 pérdidas de bebés, pudieron tenerme; tenían problemas de fertilidad según me dijeron, no sé quién de ellos ni me importa mucho a estas alturas de mi vida. Son tradicionalistas pero tuvieron que acceder a fertilización asistida para que hoy en día esté con ellos, si no les sería imposible. Lo tuve todo en mi vida, mi infancia fue muy buena y como solo yo tenía la atención de mis padres, conseguía todo lo que quería sin mucho esfuerzo, hasta que terminé el colegio con nota promedio y muchos pero muchos amigos a quienes lógicamente tuve que dejar de ver con la misma frecuencia que antes. Llegó un momento crucial de mi vida, elegir una profesión para sustentarme en el futuro; porque si bien tenía garantizada la herencia de mis padres, según ellos, yo tenía que saber administrarla y ganarme también el sustento diario. Lo que ellos no tenían en cuenta era lo que me gustaba a mí, el sueño que yo perseguía. Una noche, justo la de mi graduación que habíamos celebrado con algunos tíos, primos y amigos de mis padres, a estos se les ocurre preguntarme sobre qué profesión elegiría, cosa que no habían tenido en cuenta sino hasta esa noche. Yo respondí sin dudar un solo segundo que mi deseo era desfilar en las mejores y más grandes pasarelas del país y el mundo, ser imagen de muchas empresas importantes de ropa o lencería y mi sueño dorado, llegar a ganar un concurso de belleza, ser miss universo si fuera posible. No hubo una sola persona en esa noche que no se haya sorprendido con mi tajante respuesta pero las caras de mis padres, a mis ojos resultaron un poema. Se lo tomaron todo a broma y lo dejaron pasar por esa noche, hasta que al día siguiente me abordaron cuestionando directamente mi decisión. Sin entrar en mucho detalle, ese fue el primer día en el que mis padres y yo estuvimos en total desacuerdo y tuvimos nuestra primera discusión y yo comencé a aislarme, a no contarle ya mis cosas a nadie, ni a mi mejor amiga ni al novio que tenía en aquel entonces. Para el año siguiente, cuando pensé que la tormenta había pasado y comencé a ver formas de entrar a alguna agencia de modelaje, un día cualquiera aparece mi mamá con una factura de pago de la mejor universidad de Argentina, para que estudiara allí la carrera de Bioquímica. Como me tomó completamente con la guardia baja no tuve de otra que aceptar a regañadientes, pero sabiendo bien lo que iba a ocurrir, me conocía lo suficiente para darme cuenta que esa carrera no era ni iba a ser para mí, jamás. Estuve intentando tomarle el gusto a la carrera por medio año pero me fue imposible, era ahí cuando comenzaron mis primeros problemas porque mi madre iba a controlar mis notas en la facultad como si fuera una nena chiquita y por supuesto, yo no tardé en enterarme de eso. Un día volví a discutir con mis padres, la discusión fue tan fuerte que decidí salir de la casa, estaba harta de que me dijeran que mientras viviera con ellos y si quería heredar, haría lo que ellos quisieran. «Yo no nací para que ni ustedes ni nadie me manipulen», fueron mis últimas palabras antes de dejarlos hablando solos. Viví con una amiga por un año pero como no podía trabajar en ningún sitio y tampoco lograba entrar a una agencia, me deprimí y me dejé estar. Hasta que un día esta amiga me convenció para que viniéramos a España, yo tenía ahorros así que compré mis pasajes pero la desgraciada, ya estando en pleno aeropuerto, me dice que no va a poder viajar conmigo por motivos que ya ni me acuerdo, fue tanta la rabia e impotencia que sentí que decidí viajar sola, de paso me aventuraría y conocería lo que sería la plena libertad, bajo los riesgos que esto supone. Y acá estoy hace poco más de una semana, trabajo en un restaurante donde se venden hamburguesas y se ve todo tipo de gente que va, tanto para trabajar como para comer. Entre ellos está Arnulfo, un tipo discapacitado que no será demasiado mayor que yo, me da pena verlo trabajar cuando lo que debería es estar en su casa. No s
é por qué, pero siento que en cualquier momento le puede pasar algo más, parece tan frágil pese a su buen físico…si no estuviera en esa silla tal vez podría mirarlo con otros ojos, pero ahora solo lo veo con lástima y si puedo ayudarlo lo quiero hacer, está solo en la vida y no es justo por él. Espero poder llegar a mi meta y mostrarle al mundo que yo si puedo, aunque me digan lo contrario.