Nueva Escena de rol: Destino Ineludible, Nuestro enemigo, el Tiempo

En un apartamento de la torre de Madrid.

Punto de vista: Ismael.

Kiara camina de un lado a otro mientras Ismael se seca el cabello con una toalla.
Ismael se acerca a Kiara y la detiene poniendo ambas manos sobre sus hombros.
Dices: «Para ya, cariño. Ponerte así no hará que todo marche más rápido.»
Kiara alza la mirada.
Kiara dice: «No soy como vos, Moreno, qué coño quereis que haga? siento que cada minuto que pasa, el peligro se nos viene encima. Por qué no vienen a buscarla de una vez, coño, tienen que fabricar el carro? No me jodais.»
Ismael se inclina y la besa.
Kiara suspira de frustración.
Dices: «Respira, si están tardando será por algo, cariño. Tenemos que mantener la calma y creer que todo va a salir bien. Aymara necesita vernos fuertes. Estar separada de Fabi la afecta más de lo que pensaba.»
Kiara da un paso atrás.
Kiara dice: «Y al muñeco seguro lo estará volviendo loco. Ese par se ha compenetrado mucho en poco tiempo. Por eso tengo tanto miedo de que algo malo suceda, Ismael.»
Ismael la atrae hacia sí y la estrecha entre sus brazos.
Kiara se aferra a él, está tensa.
Ismael aspira el aroma de su cabello y se separa un poco, tomándole el rostro con ambas manos.
Dices: «Qué no me estás contando, cielo? dime qué pasa.»
Kiara inspira profundo.
Kiara dice: «soñé con mi abuela la noche que trajimos a la caramelo. Más bien con su yolujaa.»
Ismael la mira a los ojos.
Dices: «ajá, y qué tiene que ver eso con esto, nena. Es normal que tengamos sueños cuando estamos atravesando situaciones difíciles.»
Kiara se aparta un poco, rompiendo el contacto.
Kiara se gira, dándole la espalda a Ismael.
Ismael se acerca y la abraza desde atrás.
Kiara dice: «Yo solo sueño con ella cuando cosas malas van a pasar, Ismael. Podeis creerme o no, pensar que estoy loca de remate, pero ha sido así desde que puedo recordarlo.»
Ismael la abraza con fuerza.
Ismael le planta un beso en la coronilla.
Dices: «Loca o no, te quiero. Lo sabes, ¿no? Estamos tensos, pero eso no significa que algo malo tenga que pasar.»
Kiara sigue mirando por la ventana.
El sol se abre paso cada vez con más intensidad.
Kiara murmura: «Eso quisiera creer, pero no sé, Ismael… tengo un mal presentimiento.»
Dices: «Te quiero, nena. Saldremos de esto, ya lo verás.»
Kiara se gira guscando los labios de Ismael.
Ismael la besa con ternura.
Ambos se separan un instante.
Kiara mira a Ismael, en sus ojos se refleja la preocupación y el miedo que viene albergando desde hace días.
Kiara murmura: «Aishtapura pya»
Ismael vuelve a besarla.
Ismael murmura sobre los labios de Kiara.
Murmuras: «Yo también te quiero mucho, cielo.»

En la planta número ocho de la torre de Madrid

Punto de vista: Fabián.

Dos hombres y una mujer se acercan a una de las puertas.
La mujer toca el timbre varias veces.
La puerta de un confortable piso de estilo nórdico es abierta desde dentro.
Fabián abre la puerta, su rostro muestra señales de evidente cansancio.
La mujer carraspea un par de veces.
Los hombres permanecen tras la mujer.
La mujer dice con acento madrileño, «Buenos días, es usted el doctor Fábrega?»
Fabián asiente.
La mujer se identifica como trabajadora social a las órdenes de la Imperium Dissable Organization.
La mujer dice con acento madrileño, «Le importaría dejarnos pasar?»
Dices: «Vengo llegando de finalizar una guardia bastante movida, disculpe si no puedo ofreceros hospitalidad, pero digamos que no estoy para visitas.»
La mujer da un paso al frente y aprieta los labios.
La mujer dice con acento madrileño, «No le quitaremos demasiado tiempo; no venimos en una visita de cortesía. Se nos informó que aquí se encontraba una incapacitada visual y venimos a realizar el traslado pertinente.»
Fabián se hace un lado para dejarles paso.
Dices: «Pasad, pero realizad vuestra inspección tan rápido como os sea posible, necesito descansar para volver al hospital en 12 horas.»
Guillem sale de la cocina sin camisa, la mujer lo observa de arriba a abajo.
La mujer vuelve a centrarse en Fabián.
La mujer dice con acento madrileño, «No se preocupe, no nos llevará mucho tiempo.
Fabián asiente con la cabeza y se mueve hacia el sofá, donde se deja caer apoyándo la cabeza en el espaldar.
La mujer y los dos hombres registran minuciosamente el piso de Fabián.
Fabián permanece recostado en el sofá.
Guillem no pierde de vista la inspección.
Mucho rato después…
La mujer sale un tanto consternada luego de haber revisado el piso.
La mujer mira a ambos hombres, carraspea y se aproxima un poco a Fabián.
La mujer dice con acento madrileño, «disculpe la molestia, nos informaron que aquí se alojaba la incapacitada visual, puede que haya sido una equivocación.»
Fabián abre los ojos mirando a la mujer.
Dices: «quién hizo esa notificación?»
La mujer mira alternativamente a Fabián y a Guillem.
La mujer dice con acento madrileño, «Ha sido un informante anónimo. En ocasiones la gente no quiere mérito por estas cosas, sabe? solo quieren ayudar a los impedidos a que estén mejor. Nos retiramos, disculpe las molestias una vez más.»
Fabián cierra los ojos de nuevo y guarda silencio.
La mujer se fija en Guillem.
La mujer extrae una pequeña tarjeta y se la extiende a Guillem.
Guillem la coge.
La mujer dice con acento madrileño, «Os dejo mi tarjeta, por si llegais a tener información de esta impedida.»
Guillem mira la tarjeta.
Guillem dice con acento catalán, » Muy bien, señorita.»
Guillem acompaña a la mujer y a los dos hombres hasta la puerta.
La mujer ha cogido su móvil y realiza una llamada.
La mujer dice por teléfono, «No la hemos encontrado, todavía.»
La mujer pone gesto adusto un instante y habla en voz más baja.
Guillem sostiene la puerta abierta, los dos hombres salen del piso, la mujer se rezaga.
La mujer dice por teléfono, «Hicimos el registro como corresponde. No veo por qué hacer eso cuando nos han colaborado sin oponer la mínima resistencia… Eso haré, no lo dudes.»
La mujer cuelga el teléfono.
Guillem ha estado atento, observando la reacción de la mujer.
La mujer dice con acento madrileño, «pase buena tarde.»
Guillem dice con acento catalán, «igualmente, señorita.»
La mujer sale y Guillem cierra la puerta tras de sí, no sin antes asomarse a la mirilla para ver que se fuese todo mundo.

En el Hospital Universitario la paz

Punto de vista: Mayra.

Comunidad de Madrid; Servicios Sociales
al entrar puedes observar dos escritorios separados entre sí por un archivador. sobre cada escritorio se ve una pantalla de ordenador, un teléfono, un calendario y carpetas con muchos papeles. A la derecha ves una mesa redonda con cuatro sillas. Tras la mesa, pegado a la pared, un pequeño mueble rectangular en cuya superficie ves una cafetera y varios botes junto a tazas de café, vasos plásticos y removedores. A la izquierda un ventanal permite ver parte de la Plaza de Castilla. En la esquina una mesa cuadrada da soporte a una impresora y un escáner.

Mayra cuelga el auricular con fuerza, apretando los dientes.
Lourdes la observa en silencio.
Mayra se gira y comienza a teclear en el ordenador.
Lourdes intenta atisbar qué hace Mayra, pero no tiene éxito.
Mayra coge el auricular y marca un número.
Descuelgan la llamada y se establece la comunicación.
Dices por teléfono, «tienes la información de la que te hablé?»
Dices por teléfono, «Muy bien, eres estupendo, cariño.»
Mayra sonríe para sí.
Mayra escucha a su interlocutor y su gesto cambia un poco.
Dices por teléfono, «Ahora tengo que dejarte, hablamos de eso en otro momento que estoy en el trabajo.»
Mayra hace un mohín de fastidio.
Dices por teléfono, «sí, sí… no te pongas pesado justo ahora que todo iba tan genial. Sí, hombre que sí. Vale, vale, ya hablamos por la noche.»
Dices por teléfono, «yo también, no sabes cuánto.»
Mayra hace una mueca de fastidio, mientras tamborilea con las uñas en el escritorio.
Dices por teléfono, «sí… sí… hasta más tarde.»
Cuelgas la llamada.
Lourdes, disimulando tanto como puede se anima a hablar con Mayra.
Lourdes dice con acento toledano, «Todo bien?»
Mayra se gira alzando una ceja.
Dices: «sí, por qué? No me digas que ahora te dio por cotillear, tú que eres tan remilgada.»
Lourdes se retrae ante el tono de Mayra.
Lourdes dice con acento toledano, «solo intentaba ser cordial, Mayra. Pero contigo nada es sencillo. Iré a por un zumo en la cafetería, ¿quieres que te traiga algo?»
dices: «No, gracias.»
Lourdes asiente y sale de la oficina.
Mayra mira salir a la mujer y coge de nuevo el auricular del teléfono.
Mayra se coloca el auricular entre la oreja y el hombro y comienza a teclear mientras espera.
Mayra se fija en la pantalla.
En la aplicación de correo se puede ver un correo en la bandeja de entrada, con el asunto Expediente y un adjunto.
Mayra abre el correo y pulsa sobre el adjunto.
Mayra revisa con rapidez ambos archivos y sonríe con malicia.
Del otro lado del auricular se escucha el buzón de mensajes.
Mayra espera el tono para dejar el mensaje.
Dices por teléfono, «doctor, le habla Mayra Navarro, de Servicios sociales del HULP, le espero esta tarde en el servicio, hay algo que quiero conversar con usted.
Mayra cuelga el auricular.
Mayra se moja los labios, con espectativa.

De vuelta en Un Confortable Piso de Estilo Nórdico

Punto de vista: Fabián.

Fabián se incorpora con rapidez y va a por su móvil.
Fabián desbloquea la pantalla y da un toque.

El teléfono da tono.
Orestes contesta la llamada y se establece la comunicación.
Dices por teléfono, «Hola, Orestes. dime que tienes a aymi ahí contigo.»
Orestes te dice por teléfono, «Todavía no, mi buen amigo pero estamos en ello.»
Fabián se coge del pelo, desesperado.
Dices por teléfono, «Han estado aquí a por ella, macho. ayúdame, sácala de aquí, Orestes, por favor.»
Orestes te dice por teléfono, «Estamos buscando un sitio temporal, es todo lo que nos falta.»
Dices por teléfono, «pero me dijiste que le darías alojamiento, Orestes… se nos acaba el tiempo, tio.»
Orestes te dice por teléfono, «Sí y lo haré. Pero recuerdda que Mayra te trajo conmigo. No sabemos si tiene claro que luego de vuestra ruptura mantuvimos el contacto. Es mejor evitar, mi amigo. Luego de unos días cuando las aguas se calmen, la traeremos aquí. No voy a dejarte a tu suerte, Fabi.»
Fabián inspira profundo, mientras se mueve de un lado a otro como fiera enjaulada.
Dices por teléfono, «Lo siento, macho. Estoy desesperado.»
Orestes te dice por teléfono, «Lo sé y lo entiendo. Hablaré con mi amigo a ver si podemos acelerar las cosas un poco. No pierdas la calma, Fabi. Cada vez falta menos.»
Dices por teléfono, «Eso intento, pero me está costando mucho, tio. Estoy cagado de miedo de que le cojan ahí.»
Orestes te dice por teléfono, «aunque no te lo parezca, me lo imagino y te entiendo. Hablaré de inmediato con mi amigo y cuando tenga respuesta te aviso. Por el momento descansa y recuerda que mi casa es tu casa.»
Dices por teléfono, «Lo sé, gracias, tio.»
Orestes te dice por teléfono, «nada, mi buen amigo. Hasta ahora.»

Orestes cuelga la llamada.

Fabián se deja caer en el sofá, con el rostro apoyado en sus manos.
Guillem se sienta a su lado.
Guillem dice con acento catalán, «Kiara recogió ropa y cosas para ti, si quieres las busco mientras te das una ducha, Necesitas recomponerte para ver a aymara. si te presentas así, vas a asustarla más de lo que ya debe estar, Fabián.»
Fabián se Yergue y asiente.
Murmuras: «Llevas razón, pero dúchate tú primero, necesito dormir al menos una hora, macho no puedo con mi alma.»
Guillem murmura con acento catalán, «De acuerdo. Le aviso a Kia. Descansa, te llamo en una hora y subimos.»
Fabián se tumba en el sofá y casi de inmediato se queda dormido por el cansancio.
Guillem lo observa con preocupación y procurando no hacer ruido, sale a la terraza para hablar con Kiara.

En un Furd Fufa

Punto de vista: Marcos.

Marcos mete la velocidad en la palanca de cambios pisando luego el acelerador y el coche se pone en movimiento.
Marcos va mirando la vía alternando con los espejos retrovisores, mientras conduce escuchando las instrucciones del GPS.
El móvil de Marcos suena, insistentemente.
Llamada entrante de Orestes.
Marcos reduce la velocidad y coge el móvil, desbloqueando la pantalla y activando el manos libres.
La voz de Orestes se escucha por el altavoz.
Dices por teléfono, «Mo deartháir, ¿cómo te encuentras hoy?»
Orestes te dice por teléfono, «Muy preocupado, ¿Qué noticias me tienes?»
Dices por teléfono, «Fausto e Ivy llegan esta tarde, he hablado con ellos por teléfono y están dispuestos a ayudar.»
Marcos acelera un poco cambiando de canal.
Orestes te dice por teléfono, «Hoy han ido a por la chica de Fabi a su casa, el hombre está desesperado. Espero que el tiempo no se vuelva nuestro enemigo.»
Dices por teléfono, «Esperemos que así sea. voy a intentar concretar lo del traslado justo ahora, te llamo en cuanto tenga los detalles.»
Orestes te dice por teléfono, «gracias, hermano. Estaré a la espera.»
Dices por teléfono, «De acuerdo.»

Cuelgas la llamada.

Marcos gira al norte y luego hacia el sureste y aparca el coche.
Marcos gira la llave en el cilindro y la extrae, apagando el motor.
Marcos da una mirada por la ventanilla.
Comunidad de Madrid; Calle del Olibar
Salidas Visibles: plaza-de-lavapies y calle-magdalena.

Marcos abre la puerta, se desajusta el cinturón y baja del coche.

Comunidad de Madrid; Calle del Olibar

Te encuentras en una estrecha vía que desciende desde la calle de la Magdalena hasta la Plaza de Lavapiés, en el laverinto de callejuelas de los antiguos barrios de ministriles en el distrito del Hospital.
Marcos cierra la puerta, activa la alarma del coche y los seguros de las puertas se bloquean.

Unos niños corretean tras un gato.
Marcos los observa, ajustándose la gorra en la cabeza.
Marcos echa a andar hacia un edificio antiguo.
Marcos entra y sube por las escaleras hasta la quinta planta.
Marcos toca un par de veces.
Marcos espera en el rellano.
La puerta contigua se entreabre.
Una señora mayor asoma la cabeza.
La señora dice con acento ecuatoriano, «La niña no está, anda de viaje yo creo porque hace días no viene.»
Marcos aprieta los dientes y asiente a la mujer.
La mujer ladea la cabeza un momento pero luego se adentra y cierra la puerta.
Marcos sale a toda prisa, bajando las escaleras tan rápido como puede.

Comunidad de Madrid; Servicios Sociales

Punto de vista: Humberto.

algunas horas después.
al entrar puedes observar dos escritorios separados entre sí por un archivador. sobre cada escritorio se ve una pantalla de ordenador, un teléfono, un calendario y carpetas con muchos papeles. A la derecha ves una mesa redonda con cuatro sillas. Tras la mesa, pegado a la pared, un pequeño mueble rectangular en cuya superficie ves una cafetera y varios botes junto a tazas de café, vasos plásticos y removedores. A la izquierda un ventanal permite ver parte de la Plaza de Castilla. En la esquina una mesa cuadrada da soporte a una impresora y un escáner.

Humberto entra, cerrando la puerta tras de sí.
Mayra está sentada en su escritorio, Lourdes no está en la oficina.
Humberto se sienta ante la invitación de Mayra.
Mayra lo mira sin pestañear.
Mayra dice: «Me alegra mucho de que haya podido venir, doctor Ferrer.»
Humberto observa a la mujer ocultando su incomodidad.
Dices con acento melillense, «usted me dirá, qué es lo que tiene que hablar conmigo?»
Mayra cruza las piernas y se reclina en su silla.
Mayra dice: «Imagino que ya le habrán informado que se recibió una llamada notificando sobre una impedida visual que fue vista en la torre de Madrid, no?»
Humberto asiente.
Dices con acento melillense, «sí, también se me informó que se hizo la búsqueda y que no fue hallada. Eso a veces ocurre. Qué tengo yo que ver con eso?»
Mayra sonríe.
Mayra dice: «Tiene mucho que ver, doctor, sobre todo si quiere seguir trabajando para la IDO, en lugar de formar parte de ella de otra forma.»
Humberto se tensa ante el tono amenazante de la mujer.
Humberto habla sin inflexiones.
Dices con acento melillense, «Señorita, se siente usted bien? Lo digo porque me parece que está sometida a mucho trabajo, eso que acaba de decir es un sinsentido. La IDO solo se ocupa de los incapacitados.»
Mayra sonríe y asiente con la cabeza.
Mayra dice: «Desde luego, pero lo que dije no es un sinsentido, doctor Ferrer. Verá usted…»
Mayra saca una carpeta y la deja sobre el escritorio, frente a Humberto.
Mayra dice: «lea, seguro le resultará interesante la información que hay en esta carpetita.»
Humberto permanece impasible, abre la carpeta y comienza a leer.
Humberto empalidece, y la frente se le perla de sudor.
Humberto respira, procurando controlar sus emociones.
Humberto mira a Mayra.
Mayra sonríe de oreja a oreja y se levanta, dirigiéndose a la mesa.
Mayra regresa con un vaso con agua que le tiende a Humberto.
Humberto niega con la cabeza.
Mayra se encoge de hombros y regresa a su asiento.
Humberto hace un esfuerzo notable por hablar con naturalidad.
Dices con acento melillense, «No tengo idea de donde ha obtenido esto, pero esa información es falsa, señorita.»
Mayra coge el vaso y da un sorbo.
Mayra mira a Humberto, de su rostro se ha borrado la falsa sonrisa.
Mayra dice: «Usted sabe tan bien como yo que no, no es falsa en absoluto.»
Humberto traga y se recompone.
Dices con acento melillense, «en todo caso, si fuese cierta, usted está cometiendo un delito contra la privacidad.»
Mayra sonríe.
Mayra dice: «Yo? en absoluto. Esa información llegó a mis manos, yo no la sustraje de ninguna parte, doctor, tampoco la he compartido con nadie, solo con usted, que es el más interesado.»
Humberto se tensa y se inclina sobre el escritorio.
Dices con acento melillense, «qué quiere a cambio?»
Mayra sonríe ampliamente.
Mayra dice: «No es lo que yo quiero, doctor, es lo que usted debe hacer como tutor y parte de la IDO.»
Humberto mira a la mujer con atención.
Dices con acento melillense, «Le escucho.»
Mayra dice: «encuentre a la impedida visual que está en la torre de Madrid y asegúrese de hallarla pronto, doctor.»
Humberto achica los ojos.
Dices con acento melillense, «usted parece no entender que ya fue buscada y no se le encontró allí.»
Mayra se inclina hacia Humberto.
Mayra dice: «Y usted parece no entender que su vida tal como la conoce hasta ahora, depende de que esa impedida ingrese cuanto antes en la IDO, doctor.»
Dices con acento melillense, «No sé cómo pretende que haga eso, señorita.»
Mayra coge el vaso y da otro sorbo.
Mayra dice: «Cómo lo haga no es mi problema. Encárguese de hacerlo. Le daré…»
Mayra se lleva una uña a la barbilla mientras piensa.
Mayra dice: «36 horas, a partir del momento que salga usted por esa puerta. Si no obtiene resultados, este informe llegará de forma directa a manos de la directora de la IDO y puede que eso a usted no le guste mucho, doctor.»
Humberto se levanta de forma abrupta.
Dices con acento melillense, «Eso que propone es una locura. No se puede hallar a una persona en ese tiempo.»
Mayra se pone en pie.
Mayra dice: «Hágalo, o aténgase a las consecuencias.»
Humberto mira a Mayra.
Dices con acento melillense, «No entiendo qué interés tiene usted en todo esto.»
Mayra se le acerca a Hhumberto, sus tacones resuenan contra el suelo.
Mayra dice: «Yo lo único que quiero es que los pobres impedidos tengan el cuidado que merecen, tanto como usted, doctor.»
Humberto da un paso atrás para mantener la distancia entre ambos.
Dices con acento melillense, «tiene que darme un poco más de tiempo.»
Mayra lo mira, pensativa.
Mayra dice: 48 horas, ni un minuto más.»
Mayra se gira y abre la puerta de la oficina.
Mayra mira a Humberto.
Mayra dice: «tenga buena tarde, doctor.»
Humberto se dirige hacia la puerta, caminando con tanta rigidez que su cojera no se nota en absoluto.
Mayra lo observa de arriba a abajo.
Mayra dice: «Espero noticias suyas muy pronto.»
Humberto la mira con desdén antes de salir y se marcha.
Mayra cierra la puerta tras de sí, corre al escritorio y coge la carpeta guardándola en un cajón con llave.
Mayra se marca un bailecito.
Lourdes entra en la oficina y mira a Mayra, sorprendida.
Mayra ríe animada
Lourdes dice con acento toledano, «Vaya, parece que estás de buen humor, Mayra.»
Mayra dice: «Tengo razones de sobra, Lourdes.»
Lourdes disimula la preocupación que le generan las palabras de Mayra y guarda silencio.
Mayra se sienta en la silla y se dispone a seguir trabajando.

En Un confortable Piso de Estilo Nórdico.

Punto de vista: Fabián.

Fabián sale de su habitación, lleva una mochila con otras cosas.
Guillem lo observa con detenimiento.
Guillem dice con acento catalán, «Pareces un poco más tranquilo, le escribo a Kia y subimos.»
Fabián asiente.
Dices: «solo en apariencia, pero necesito verla, te dije una hora y no me llamaste. así que vamos.»
El móvil de Fabián suena dos veces..
[SMS] Mayra: «Hola, cielito, qué tal te fue con la visita de hoy? Es una pena que no vinieses la otra noche, tenía algo preparado para ti muy especial; pero no te preocupes, esta noche he organizado algo mil veces mejor.»
Fabián aprieta el móvil con fuerza, su cuerpo adopta una rigidez bastante notable.
Guillem se le acerca.
Guillem dice con acento catalán, «qué ocurre?»
Dices: «Mayra, citándome de nuevo y dejando entre ver que ha sido ella quien ha dado el pitazo.»
Guillem dice con acento catalán, «Respira profundo, vamos tio, no dejes que te vuelva a destrozar.»
Fabián intenta respirar, pero el corazón le late a mil por horas.
Fabián mira el siguiente mensaje.
[SMS] Orestes: «Dime si tienes tiempo, ha surgido algo y debemos hablar para ver cómo proceder. Te espero en casa.»
Fabián teclea con rapidez y pulsa, enviando la respuesta.
Fabián mira a Guillem.
Dices: «Algo ha pasado, voy con Orestes, Vengo luego.»
Guillem dice con acento catalán, «Es grave?»
Dices: «No lo sé, espero que no. Te aviso en cuanto sepa alguna cosa.»
Un rato después…
Despacho
Observas un ambiente minimalista y sereno, decorado con una armonía exquisita. Frente a la puerta de entrada se encuentra un escritorio de madera y cristal, acompañados por un juego de sillas de diseño exclusivo las cuales descansan sobre una preciosa moqueta Aubusson cuyo diseño complementa el estilo y da personalidad al espacio. Diagonal a la derecha, una biblioteca acapara la pared en todo su ancho. Junto a la biblioteca un par de sillones y una mesita, también de diseño, permiten disfrutar de un momento de lectura o entretenida conversación. Contrario a la biblioteca, un gran ventanal panorámico deja ver parte de la ciudad.
Fabián entra en el despacho, en casa de Orestes.
Te encuentras con Orestes, Marcos y Armand.
Marlene abandona el despacho, cerrando la puerta con suavidad.
Dices: «Orestes, que ha ocurrido?»
Orestes se fija en la tensión de Fabián.
Marcos observa al médico y luego mira a Armand.
Orestes dice con acento cretense, «Han surgido algunos tropiezos para realizar el traslado, Fabi. Pero estamos intentando contactar a alguien que al menos pueda sacarle de ahí y llevarle uno o dos días.
Fabián mira a los hombres y comienza a moverse de un lado a otro.
Dices: «Pero la sacaríais de ahí hoy?»
Marcos se levanta y va a servir un par de wiskys.»
Marcos regresa y le tiende un vaso a Fabián, este niega con la cabeza, así que se lo ofrece a Armand quien lo recibe de buen agrado.
Marcos da un sorbo al wisky y se sienta.
Marcos dice: «Nuestros amigos están de viaje, en teoría deberían arrivar hoy a Madrid, entre las 20 y las 21 horas. pero dice Orestes que es urgente sacar a tu chica de la torre.»
Armand observa en silencio.
Fabián se abstiene de hablar al ver al hombre que no conoce.
Orestes se percata de la contención de Fabián y se le acerca.
Orestes dice con acento cretense, «Armand es de mi entera confianza, puedes confiar en él, Fabi. Es abogado y puede sugerirnos salidas a esta situación.»
Fabián mira a Orestes y luego al hombre.
Armand
Posee una apariencia muy masculina y varonil. Tiene una mirada profunda e inquisitiva. Sus ojos verdes resaltan respecto de su piel oscura y su sonrisa de dientes muy blancos, enmarcada en una perilla tupida y bien definida, a juego con un pelo espeso y algo rebelde que le roza la unión entre el cuello y los trapecios. Los rasgos de su rostro no corresponden a alguien de ascendencia africana, por el contrario, en él resaltan los rasgos típicamente aristocráticos del norte de Europa. Su estatura sobrepasa el metro noventa y su complexión muestra un cuerpo esculpido y proporcionado con la cantidad de músculo necesario para resultar atractivo, sin llegar a ser precisamente guapo o irresistible. Tiene unas manos de dedos largos y manicura muy bien cuidada.
Se nota claramente que es un hombre.
Viste Una camisa color salmón pálido.
usa Unos pantalones negros de vestir.
Calza unos zapatos de vestir para hombre de la marca Cebra Pitufa.

Dices: «Mayra ya informó a la IDO, han ido por Aymara hoy a mi casa…»
Orestes dice con acento cretense, «Pero no le encontraron allí, ¿no?»
Fabián niega.
Orestes dice con acento cretense, «Entonces tenemos un poco de tiempo.»
Fabián se deja caer en un sillón, ocultando el rostro entre las manos.
Dices: «No lo sé, no estoy tan seguro. Mayra sigue presionando y me ha vuelto a citar hoy.»
Marcos bebe de su trago Y se pone en pie.
Orestes se levanta, Fabián le imita.
Orestes dice con acento cretense, «donde vas?»
Marcos vuelve a colocarse la gorra.
Marcos está tan enfadado que habla en irlandés sin percatarse.
Marcos dice: «nach bhfuil an soith masochistic sin ag dul amach léi, ní leis an bpiscín beag.»
Marcos sale del despacho.
Fabián mira a los otros dos hombres.
Dices: «qué coño ha dicho?»
Armand se termina el trago y deja el vaso sobre la mesita.
Orestes dice con acento cretense, «Ni yo estoy seguro de haberle entendido, pero algo de que la zorra masoquista no iba a salirse con la suya.»
Armand carraspea, captando la atención de sus interlocutores.
Armand dice: «Orestes me ha informado del caso, puedo asesorarle en cuanto a cómo proceder de forma legal, doctor.»
Fabián se vuelve a sentar, mirando al hombre con renovado interés.

En la planta 18 de la Torre de Madrid.

Punto de vista: Humberto.

el ascensor se detiene y abre sus puertas.
humberto sale del ascensor.
La puerta de un piso de la IDO es abierta desde dentro.
Pepi sale del piso y se percata de Humberto.
Pepi dice con acento gallego, «Mi dios bendito, doctor, que trae usted una cariña de haber visto todos los muertos del cementerio.»
Humberto tiene el rostro sombrío y no está de humor.
Pepi, preocupada por el hombre, se le acerca.
Pepi dice con acento gallego, «que le pasa, doctorciño, por qué no le cuenta a la Pepi, mire que las preocupaciones me lo pueden enfermar y luego quien va a cuidar a los hijiños de aquí?»
Pepi señala la puerta del piso.
Humberto mira hacia la puerta con preocupación.
Pepi se fija en el gesto del hombre y se le acerca un poco más.
Pepi dice con acento gallego, «Ya he terminado todo lo que me dejó por hacer, pero si quiere me quedo otro ratiño y le ayudo en lo que necesite, le preparo una comidiña rica, no es bueno cargar todo solo, doctorciño. Qué me dice?»
Humberto suspira frustrado.
Dices con acento melillense, No se preocupe, doña Pepi. es solo cosas del trabajo, hay una chica ciega que al parecer está perdida aquí en la torre, nadie sabe donde está y tengo que encontrarla.»
A Pepi se le ilumina la mirada y sonríe.
Humberto no comprende el gesto de la mujer y se pone a la defensiva.
Dices con acento melillense, «No es cosa de risa, doña Pepi. la IDO se toma muy en serio esto de los impedidos en situación de vulnerabilidad. No es para reírse.»
Pepi niega con la cabeza.
Pepi dice con acento melillense, «No, no, no, ni más faltaba mi dios bendito que no me burlo, doctorciño. Pasa que la Pepi conoce a esa chica tan mona que dice usted, pero ella no está perdida, sabe? No tiene que preocuparse, seguro se equivocaron porque ella siempre está junto a esa otra chica tan bonita, la que vive en la planta trece y es vecina del otro doctorciño y su chica que también es tan mona y…»
Humberto coge a Pepi de ambos brazos y la sacude.
Pepi da un chillido por el susto.
Dices con acento melillense, «En qué planta fue que dijo que estaba? cuál es el piso, Hable de una vez, mujer.»
Eloy se fija que la puerta de la casa está abierta y va a cerrarla cuando ve en el rellano a Humberto con Pepi.
Pepi se pone nerviosa e intenta dar un paso atrás, pero Humberto la coge con más fuerza.
Eloy sale y le da un empujón a Humberto, haciendo que este suelte a la mujer.
Eloy comienza a hacer señas con las manos, está furioso.
Pepi intenta intervenir entre ambos.
Pepi dice con acento gallego, «No, no, hijiño, no te puedes pelear con el doctorciño, no pasa nada, de verdad.
Eloy, al no escuchar a Pepi, da un paso hacia Humberto.
Humberto lo aparta de un empujón y mira a Pepi.
Dices con acento melillense, «Haga el favor de darme toda la información sobre esa chica. Y no pierda el tiempo en cotilleos, lo ha entendido?»
Pepi asiente, frotándose los brazos, nerviosa.
Pepi dice con acento gallego, «ella siempre está con la chica bonita la que vive en el 13-B. ella y la chica del doctorcito de los huesos siempre la cuidan, no tiene por qué preocuparse, ella no necesita estar aquí dentro, si con ellos tiene de todo lo que necesita, doctorciño. Además, ella es tan mona y…»
Eloy se acerca a Humberto y se pone entre él y la mujer.
Humberto le hace señas a Eloy de que entre en el piso.
Eloy niega con la cabeza.
Humberto coge su móvil, desbloquea la pantalla y marca un número.
Pepi toca con cuidado a Eloy.
Eloy se gira, sigue enfadado, fijándose en las marcas que Humberto a dejado en los brazos de la mujer.
Dices por teléfono, «Tengo nueva información. enviad personal para un traslado inminente al HULP para el reconocimiento de rigor.»
Dices por teléfono, «Planta 13, estaré presente porque es posible que haya que registrar dos pisos.»
Dices por teléfono, «No os tardeis toda la vida, no tenemos tiempo que perder.»

Cuelgas la llamada.

Humberto mira a Eloy.
Eloy le sostiene la mirada, un tanto desafiante.
Humberto le coge del brazo, lo empuja y cierra la puerta del piso con llave.
Humberto mira a Pepi.
Dices con acento melillense, «Puede irse ya si terminó. le daré su paga, tal como quedamos.»
Pepi mira al médico, preocupada.
Humberto se dirige a pulsar el botón del ascensor.
Pepi dice con acento gallego, «No quiere usted que…»
Humberto, presa de la impaciencia se gira con brusquedad.
Dices con acento melillense, «No hablé lo bastante claro, mujer? termine de irse, no tengo tiempo para cotilleos estúpidos.»
Pepi se lleva una mano a la boca, mientras la otra descansa a la altura del corazón.

El ascensor llega y abre sus puertas.
Humberto sube al ascensor y pulsa el botón de la planta 13.
El ascensor cierra sus puertas y se pone en movimiento.

En una furgoneta de repartos.

Marcos desbloquea la pantalla y envía un mensaje.
[SMS] Marcos: «dile al médico que voy rumbo a la torre, que le avise a su gente.»

En el Despacho de Orestes.

el móvil de Orestes vibra.
Orestes desbloquea la pantalla y lee el mensaje.
Orestes mira a Fabián.
Orestes dice con acento cretense, «Avisa a tus amigos, van justo ahora a por tu Aymi.»
Fabián respira de alivio y coge su móvil.
Fabián escribe tan rápido como le dejan los dedos.

En un apartamento en la torre de Madrid.

Punto de vista: Kiara.

Apartamento
Es un apartamento de una planta, 3 habitaciones, dos baños y un salón comedor, con una decoración práctica y minimalista. Desde la terraza puede verse gran parte del centro de madrid y sus alrededores.
Ves Una marina de intenso azul con rociones de espuma blanca, Sofá tapizado de dos plazas con Chaise Longue., Una lámpara de sal en forma de iceberg, Una chimenea decorativa de piedra, Un sillón de relax modelo Lockhart en color crema, Una mesa rectangular de madera de roble, y Un jarrón de cristal irisado aquí.
el móvil de Kiara vibra.
[SMS] Fabián: «Estad listos, van a por Aymara.»
Kiara suspira y va a responder cuando tocan el timbre con insistencia.
Kiara escribe con mucha rapidez…
[SMS enviado]: «Pues muñeco, ya llegaron, que rapidez.»
Kiara habla en voz alta.
Dices: Caramelo, vienen por ti ya. Mueve tu culo bonito, que te espera el muñeco.»
Guillem coge la mano de Aymara y la acompaña hasta el salón.
Guillem dice con acento catalán, «Lo ves? No había por qué preocuparse de más.»
Aymara luce pálida, ojeras se van marcando bajo sus ojos.
Aymara asiente poco convencida.
Kiara se acerca a la puerta y se asoma por la mirilla.
Kiara siente como se escuchan más golpes en la puerta contigua y se tensa.
observando por la mirilla puedes ver:
La planta número 13
Ves Apartamento, Un cómodo apartamento, Un sencillo apartamento, y Un precioso pisito aquí.
Te encuentras con Humberto y tres personas más.
Kiara da dos pasos atrás y corre hacia el salón.
Kiara hace señas de que guarden silencio.
Guillem detiene a Aymara y retrocede con ella.
Kiara le hace señas a Guillem para que la lleve a una habitación.
Humberto vuelve a tocar el timbre.
Kiara respira profundo y abre la puerta.

En la furgoneta de reparto.

La furgoneta se detiene frenando con brusquedad.
Marcos mira por la ventanilla.
Mirando por los cristales puedes ver:
Comunidad de Madrid; Plaza de España.
Ves Un monumento a Miguel de Cervantes, Saet Leon, Saet Reacondicionado, Aedi A3, un coche de la marca KOA, Un coche de color negro con las siglas E.O, Rinault Migane, Rinault Migane, Saet Reacondicionado, saet reacondicionado, Saet aAhueca, Oqel Attra, una limusina privada, saet reacondicionado, Aedi B4 Gasolina, un coche para novatos Imperium Mottors, rinault migane, coche eléctrico Sundoor, saet reacondicionado, un SUV Xoaomi modelo Rodmi, y una ambulancia aquí.
Marcos maldice por lo bajo al ver la ambulancia.
Marcos y su acompañante se miran.
Marcos aprieta los puños con fuerza.

De vuelta en la planta trece.

Humberto, parado en el rellano mira a Kiara con desdén.
Humberto dice con acento melillense, «Buenas tardes, soy el doctor Ferrer, estos son compañeros de la IDO. Se nos ha informado que hay una impedida visual en situación de vulnerabilidad y como debe saber, ellos tienen que estar acogidos en pisos tutelados.
Kiara respira profundo.
Dices: «Ya, lo que usted diga, doctor, pero en este momento me encuentra de salida y no puedo atenderle.
Kiara da un paso hacia afuera e intenta cerrar la puerta, pero Humberto se lo impide.
Kiara lo enfrenta.
Dices: «que no entiende usted el español? le acabo de decir que voy de salida.»
Humberto cruza la mirada con los hombres que le acompañan y la trabajadora social.
La mujer dice con acento madrileño, «Es mejor que nos permita hacer nuestro trabajo, verá como no tardamos nada y usted podrá marcharse muy rápidamente.»
Kiara aprieta los dientes, furiosa.
Humberto la mira, amenazante.
Humberto dice con acento melillense, «No colaborar puede traerle consecuencias, supongo que lo sabe, ¿no?»
Kiara apenas se mueve y Humberto se adentra en el piso.
Humberto dice con acento melillense, «buscad en aquel cuarto, yo buscaré aquí. si no está ahí al lado, está aquí.»
La mujer dice con acento madrileño, «No podemos saberlo, nadie respondió ahí al lado.»
Humberto se encoge de hombros.
Humberto dice con acento melillense, «en algún momento alguien tendrá que entrar o salir, si no la encontramos aquí, buscaremos ahí al lado más tarde o mañana.»

En la habitación.

Guillem escucha la voz de Humberto y traga grueso.
Aymara se aferra a la camiseta de Guillem con fuerza.
El pomo de la puerta se gira.
Humberto abre la puerta.
Aymara murmura con acento venezolano, «dile que lo amo con todo mi corazón, que no voy a olvidarle nunca.»
Aymara se gira y alza la barbilla.
Humberto ve a la chica y un brillo de satisfacción se le nota en la mirada.
Humberto habla en voz alta.
Humberto dice con acento melillense, «No sigais buscando, la encontré.»
Los hombres de la IDO entran y cogen a Aymara de ambos brazos.
La trabajadora social mira a la chica.
La mujer dice con acento madrileño, «Se nos ha informado de tu situación de vulnerabilidad, somos de la Imperium dissable Organization. Aquí presente están dos de mis compañeros y el doctor Humberto Ferrer, qien será tu tutor de ahora en adelante. entiendes lo que te digo?»
Aymara se gira hacia la voz de la mujer.
Aymara dice con acento venezolano, «Lo entiendo, soy ciega, no sorda ni retrasada, señorita.»
La mujer aprieta los labios, fijándose en la presencia de Guillem.
La mujer mira a Guillem con evidente reprobación.
Humberto mira a Aymara con renovado interés.
La mujer mira a la chica.
La mujer dice con acento madrileño, «Una vez que nos des tus datos, te llevaremos al hospital a un chequeo de reconocimiento antes de tu traslado al piso tutelado. ¿Tienes familia? Casa, alguna propiedad, algún bien material que esté a tu nombre?»
Aymara niega con la cabeza.
La mujer dice con acento madrileño, «Puedes indicar tu nombre y tu número de DNI?»
Aymara aprieta los dientes, Humberto no deja de observarla en todo momento.
Aymara dice con acento venezolano, «usted qué cree, señorita, que sí o que no.»
Humberto reprime una risita.
La mujer se exaspera pero finalmente habla.
La mujer dice con acento madrileño, «indica tu nombre y tu número de DNI.»
Aymara le da la información.
Humberto mira a la chica de arriba a abajo.
Guillem se tensa ante la forma en que Humberto mira a aymara.
Humberto dice con acento melillense, «sacadla de aquí de una vez, nos estamos tardando demasiado.»
Aymara opone resistencia.
Aymara dice con acento venezolano, «Puedo caminar yo sola, no me tienen que llevar a rrastras.»
Guillem mira a Humberto.
Guillem dice con acento catalán, «doctor Ferrer, creo que no es necesario aplicar hostilidad, la chica está dispuesta a ir con vosotros.»
Humberto se acerca a Guillem invadiendo su espacio personal.
Humberto dice con acento melillense, «Es la segunda vez que te atreves a cuestionar mi criterio, Bagur. te advierto que no admitiré ninguna otra.»
Kiara entra en la habitación.
Dices: «Y yo le advierto que está en mi casa y si vuelve a soltar otra amenaza, levantaré una denuncia formal, le queda claro?»
Humberto se gira mirando a Kiara con visible hostilidad.
Humberto dice con acento melillense, «atrévase, si puede.»
Humberto mira a los demás y coge él mismo a Aymara con fuerza del brazo, arrastrándola.
Dices: «¡Haga el favor de soltarla, ella no es un animal salvaje!»
Aymara intenta resistirse pero Humberto le dobla el brazo hacia atrás, empujándola hacia adelante.
Kiara intenta abalanzarse contra Humberto.
Los hombres de la IDO le cierran el paso, Guillem la coge por el codo.
La mujer mira a Humberto con reprobación, cierra los ojos y sale tras él y los otros dos compañeros.
Kiara va a salir tras ellos, pero Guillem la detiene una vez más.
Kiara se debate hasta que se rinde en brazos de Guillem y llora amargamente.
Guillem la contiene, abrazándola con fuerza.

En la furgoneta de reparto.

Punto de vista: Marcos.

Marcos ve a una mujer y tres hombres salir de la Torre de Madrid tras otro que llevaba bruscamente a Aymara.
El acompañante de Marcos va a encender el motor para acercarse, Marcos niega con la cabeza.
Dices: «Ahora podría salir lastimada, pero buscaremos la forma de sacarle de ahí.»
Marcos ve cómo la ambulancia arranca a toda velocidad.
Dices: «Vamos, ahora me toca dar la cara ante mi fallo.»
El acompañante de Marcos asiente, gira la llave y enciende el motor.
La furgoneta de reparto arranca a toda velocidad.
Minutos después…
Edificio Residencial; Octava planta.
Ves un Ático de Lujo y un Piso Dúplex aquí.
Marcos camina hacia el Ático y toca el timbre.
La puerta de un ático de lujo es abierta desde adentro.
Marcos observa al hombre que abre la puerta.
Orestes
Suele ofrecer una sonrisa socarrona, la cual luce perfecta en su boca grande de labios llenos. El arco de cupido es bien definido y muestra un filtrum pronunciado, haciendo que destaque por encima de su nariz armónica, la cual acompaña a unos pómulos marcados y una mandíbula fuerte de ángulos rectos. Tiene los ojos ligeramente almendrados de color avellana con largas y gruesas pestañas, enmarcados en unas pobladas cejas negras que acentúan Su mirada enigmática y un tanto cautivadora. Es alto y de complexión atlética. Lo caracteriza una gran elegancia al caminar, aunque suele economizar sus movimientos. Viste con frecuencia de gris o negro, siendo su ropa hecha siempre a la medida. en el dedo anular de la mano izquierda lleva un anillo de acero con eslabones de platino y pequeñas piedras de obsidiana incrustada entre cada eslabón.
Marcos niega con la cabeza.
Orestes inspira profundo.
Orestes murmura con acento cretense, «viniste a dar la cara, como siempre, supongo.»
Orestes hace un gesto de asentimiento con la cabeza y se hace a un lado para darle paso a Marcos.
Marcos corresponde al gesto y entra.
Un Ático de Lujo
Es un ático luminoso decorado con evidente hedonismo. Al ingresar, encuentras el salón, una puerta que da al despacho, un pasillo que dirige hacia las 4 habitaciones tipo suite y los 3 baños completos, una cocina amplia y perfectamente equipada, una escalera que da a la planta superior donde está la habitación principal con su vestier y su baño con jacuzzi incluido y acabados de lujo y una pared acristalada que permite disfrutar de la vista de una preciosa terraza de 20 metros que da al exterior de la fachada y permite visualizar los alrededores. en todos los ambientes puedes observar obras de arte, muebles de diseño, moquetas Aubusson, materiales nobles y texturas que brindan equilibrio, minimalismo y buen gusto.
Orestes cierra la puerta y adelanta a Marcos.
Fabián se pone en pie.
Fabián ve el rostro de ambos hombres y empalidece.
Dices: «Te he fallado… No llegué a tiempo.»
Fabián siente un sabor amargo en la boca, producto de la bilis que lleva rozándole la garganta toda la tarde.
Fabián niega con la cabeza.
El móvil de Fabián vibra muchas veces.
Fabián dice: «No, no… ella no, dime que no, macho, dime que no.»
Fabián se abalanza contra Marcos.
Marcos asesta el empujón y algunos golpes que tira Fabián, sosteniéndole con fuerza.
Fabián grita, Marcos lo sujeta con más fuerza.
Fabián grita: «Déjame, tengo que ir a por ella, déjame, suéltame, maricón, suéltame!»
Dices: «Desquita tu frustración conmigo todo lo que quieras, pero no te dejaré salir. Vas a cometer una locura y va a ser peor, sobre todo para ella.»
Fabián se zafa como puede e intenta alcanzar la puerta, pero Orestes le bloquea el paso.
Orestes mira a Fabián, comprensivo.
Orestes dice con acento cretense, «Entiendo tu angustia, pero ahora tienes que calmarte. Sabemos lo que tenemos que hacer y lo ahremos. Sacaremos a tu Aymara de ahí.»
Dices: Geallaim go bhfaighidh mo chara maith, ar mo onóir agus ar mo dheartháir anseo, go bhfaighidh muid amach í.»
Fabián mira a Marcos.
Fabián dice: «qué coño has dicho?»
Orestes dice con acento cretense, «Siéntate, Fabi.»
Fabián se pasa la mano por la cara y se sienta, sin dejar de mirar a Marcos.
Marcos lo mira muy serio.
Dices: «Te he dicho que prometía ante mi honor y el de mi hermano, que la sacaríamos de allí.»
Fabián aprieta los dientes, conteniendo las ganas de llorar.
Marcos se acuclilla frente a Fabián.
Dices: Déjalo salir, estamos juntos en esto, no estás solo.»
Orestes apoya una mano en el hombro de Fabián.
Fabián se quiebra finalmente y llora.
Ambos hombres acompañan a Fabián.
Desde la escalera de la segunda planta, Marlene llora en silencio.