Nueva escena de rol: Primeros días

Punto de vista: AriaBlaid

AriaBlaid abre los ojos, la luz le obliga a cerrarlos otra vez, sonríe con pereza y se pone en pie. su primera semana de trabajo le trajo algunos ingresos, los suficientes como para comprarse un ordenador, próximamente planea comprarse un teléfono móvil, el suyo está en un estado deplorable, además le gustaría viajar, la primera semana le ha recargado las pilas y la he llenado de ilusiónes. Tres cuadros yacen en el escritorio, Tanto el lago de los cisnes como el cuadro de la sílfide yacen apartados. En los tres cuadros se pueden ver lugares de madrid en colores cálidos, puede verse el paseo del prado en gamas de amarillo, rojo y naranja, la calle preciados con sus coches aparcados en gamas de azules, y una pintura de una señorita castaña que vio leyendo en el parque.
mira el lugar con una sonrisa, en un tiempo cercano tendrá que comprar pinceles y pinturas nuevas para seguir con la idea que inició en irlanda. Toma el dispositivo entre las manos y abre la galería, en el cuadro a medio hacer puede verse un fragmento de un cielo azul turquesa y un par de alas que parecen recu iertas de escamas en plata y añíl. El lienzo se queda en blanco cuando termina la cintura de la fémina, el cabello dorado le cáe por la espalda y dejando un rizo libremente por las alas, su piel es acaramelada y en sus ojos negros Aria ve los mismos ojos de su madre. Aun que su madre no fue hermosa, ni buena.. su madre… Cierra rápidamente el aparato y se mete al baño corriendo, deja que el agua fría la empape y sale 20 minutos después mas calmada.
practica el ejercicio de pintarlo todo mentalmente mientras respira con calma y coge la ropa para irse a trabajar.
su turno hoy será mas corto, tal vez pueda irse a conocer más madrid
Música actual suena a todo volumen.
de camino a trabajar ve el café del club, el primer día se prometió desayunar allí y ha tomado como rutina hacerlo
una brisa acaricia tu cara
pide un desayuno irlandés y una botella de agua mineral. Da las gracias por el pedido y se plantea hacer una pintura de comida. ¿Por qué no? recuerda aquella vez que pintó un plato de lentejas. Una sonrisa se abre paso en su rostro, se toma su tiempo para degustar la comida y deja el dinero en la mesa, da las gracias antes de irse y un espejo le recuerda que ya es otra, por tanto su pintura también ha de cambiar. Pero… Pero… ¿Podría dejar de pintar el arte fantástico que tanto ama?
al llegar a su trabajo saluda a la camarera y empieza a vender.