Nueva escena de rol: Placeres oníricos

Disclaimer

En esta escena hay contenido sexual explícito que puede herir sensibilidades. No apta para menores de 18 años.

Punto de vista: Aletheia

Comunidad de Madrid; Despacho
Ves un sillón de oficina modelo nazcar, un PC all in one IQ Pear 35-c221ot, una libreta de pastas gordas, una taza de café, y una impresora Láser aquí.
Aletheia mira el reloj, son casi las 03:00 am y no ha visto más notificaciones; supone que la situación por las lluvias ha sido controlada.
Aletheia apaga sus portátiles, baja la tapa y sale del despacho.
Comunidad de Madrid; Casa de Aletheia
Ves un sillón de masaje, Silla En Brazos de Luis, Sofá tapizado de dos plazas con Chaise Longue., un sillón de relax negro, una fuente barata, Jarrón de cristal, y El símbolo del infinito aquí.
Aletheia sube las escaleras y entra en su habitación.
Aletheia cierra la puerta.
Aletheia se va quitando la ropa, la dobla y la deja en una silla.
Aletheia se quita el sujetador.
Aletheia recuerda que no se puso crema luego de ducharse, así que va a por el bote en el baño y sale.
Aletheia se va esparciendo la crema con lentitud y suavidad, suspira y recuerda la sensación de las manos de Ives sobre su piel.
Aletheia deja que la crema corra desde sus pechos hacia el abdomen; poco a poco su cuerpo, reflejado en los ojos de Ives la invade; se ve a sí misma, arrodillada en medio del salón, con la miel recorriendo sus pechos hacia el abdomen y mucho más allá.
Aletheia cierra los ojos.
Aletheia recuerda la sensación de la lengua y los labios de Ives recorriéndola centímetro a centímetro.
Aletheia vuelve a suspirar mientras piensa que ha sido afortunada por haber podido disfrutar de esa plenitud sexual con un hombre tan maravilloso.
Aletheia cierra el bote de crema y lo devuelve al baño.
Aletheia sale del baño y se tumba en la cama; la calefacción le permite meterse desnuda entre las sábanas.
Aletheia observa su libreta, pero niega. Se arrebuja y comienza a respirar profundo hasta que se duerme.
Aletheia se remueve inquieta, es evidente que está soñando.
Aletheia respira aceleradamente, no está segura de donde se encuentra
Aletheia camina por unos pasillos, una voz familiar la guía…
—Ven aquí, anda —se escucha decir.
Aletheia cierra los ojos y piensa… esa voz, ese acento.
aletheia sigue guiándose por lo que escucha.
Aletheia llega hasta una puerta entreabierta. La luz es tenue, respiraciones jadeantes y entrecortadas la detienen un segundo, pero su curiosidad puede más.
Aletheia se cuela por la puerta y entonces los ve…
él está desnudo de la cintura hacia arriba, su piel brilla por el sudor, sus músculos se contraen al compás de aquellas caricias. Ella, va hincándose frente a él sin dejar de mirarle a los ojos.
Él se gira despacio y la mira fijamente; aletheia se sobresalta, pero él hace caso omiso a su presencia.
Aletheia traga despacio.
La mujer lo acaricia y le aprieta sobre el pantalón, él se desabrocha el botón y baja la cremallera; con un solo movimiento coge su miembro y lo deja libre. la mujer lo ve y se relame.
Aletheia se muerde el labio al observarle así.
La mujer lo recorre con un dedo de arriba abajo, él jadea.
Con mucha lentitud ella besa toda la superficie, desde el glande a la base, lame, besa, mordisquea. él baja un poco sus pantalones, ella aprovecha y le acaricia con sensualidad entre las piernas. su miembro se contrae un poco, el lo coge con su mano y frota el glande en los labios de la mujer, ésta se relame con picardía.
—Basta de juegos —le dice.
Ella abre la boca, él se abre paso en ella con fuerza.
—Joder…—murmura , mientras aprieta los glúteos y ella comienza a succionarle con rítmica intensidad.
Ella acelera el ritmo, su garganta se mueve de arriba a abajo; él se muerde el labio inferior reprimiendo un gemido.
él cierra los ojos, el placer en su rostro lo dice todo. ella no se detiene; él coge su rostro con ambas manos y comienza a empujar contra aquella boca.
La mirada de ambos se cruza un instante.
él la levanta de un tirón y comienza a comerle la boca mientras la desviste con premura, ella se deja hacer, acariciando de cuando en cuando aquel miembro húmedo y palpitante.
Aletheia suspira y traga despacio, no quiere hacer ruido.
La charretera del uniforme de ella cae al suelo, él arranca la camiseta que lleva debajo y le quita el sujetador. Ella jadea cuando él le pellizca los pezones.
La mujer gime de placer.
—Silencio —le ordena.
La mujer se muerde el labio.
él la levanta cogiéndola por las nalgas, ella le rodea la cintura con las piernas. Él busca sus pechos, ella se aferra a sus hombros. Por instinto ella intenta frotarse contra él.
—Quieta —le ordena, cogiéndola con una mano por la nuca y comiéndole la boca de nuevo, mientras con la otra mano frota su pezón entre índice y pulgar.
Ella suelta el anclaje en su cintura, él la sostiene hasta que posa los pies en el suelo.
Las manos de él van descendiendo, mientras no deja de besarla con ardor. Se detiene en la cintura, desabrocha el botón y baja la cremallera del pantalón, los baja de un tirón hasta dejar desnudos sus muslos.
Con ingeniosa habilidad, se abre paso por las bragas de la mujer, esta da un respingo y jadea.
Aletheia ve como los dedos frotan, pellizcan, giran y vuelven a empezar. La mirada de la mujer comienza a nublarse.
Aletheia aprieta las piernas por instinto, siente como se le mojan las braguitas.
Él continúa abriéndose paso sin contemplaciones, apagando los jadeos y gemidos de ella con su boca. Ella se aferra a él, rodeando su cuello.
La mujer comienza a temblar, es obvio que acaba de correrse con un orgasmo potente.
Él coge sus pechos con ambas manos, va descendiendo con su boca y su lengua, muerde, lame, succiona; ella gime de placer.
Él se entretiene con sus pechos y pezones, vuelve a hurgar entre sus piernas, sus dedos se abren paso en su interior. Ella gime y jadea, mueve sus caderas buscando intensificar la sensación de aquellos dedos entrando y saliendo, entrando y saliendo.
Él la mira, y sin previo aviso le da la vuelta y la pega contra la pared. le apoya las manos y empuja con una mano en su espalda, bajando su torso. El sexo de ella queda expuesto, tiene los labios y el clítoris henchidos y brillantes. Él la observa unos segundos y la coge por las caderas, abriéndose paso con firmeza y precisión en su interior.
Aletheia se muerde el labio.
La mujer ahoga un grito por la sorpresa, él sale de ella y vuelve a penetrarla atrayéndola hacia él sin dejar de fijarse como desaparece dentro de ella.
Él comienza a embestirla cada vez con más fuerza y rapidez, la mujer gime sin poder evitarlo, sus pechos se mueven al vaivén de cada embestida.
El golpe de la carne contra la carne es casi hipnotizante.
—Así, córrete para mí —murmura.
La mujer se corre de nuevo.
Él sale de ella y se gira mirando a Aletheia.
Aletheia lo ve acercarse.
Aletheia se fija en sus ojos y sin poder evitarlo va descendiendo hasta que su mirada se queda fija en aquel lugar.
Él se sujeta el miembro desde la base con la mano.
Aletheia lo observa tan turgente, parece que pudiera verlo palpitar. Brilla por tanta humedad.
El aroma del sexo le invade las fosas nasales; Aletheia reprime un gemido.
Aletheia se olvida de la mujer y vuelve a mirarle a los ojos.
Ella extiende su mano, quiere acariciarle el torso, quiere tener aquella virilidad entre las manos, saborearla a plenitud.
Él se le acerca aún más, Aletheia casi puede rozarlo con la yema de los dedos.
Él la coge por la muñeca con fuerza.
—Quieres que te folle, ¿verdad? —murmura, mientras enfoca su mirada en el pulso de Aletheia que late desbocado.
Aletheia entreabre la boca enfocándose en la sensación que le produce su contacto; no puede evitar cerrar los ojos un instante e imaginar que sus manos cálidas la recorren; él no deja de mirarla.
—Mírame, Aletheia —le ordena.
Aletheia abre los ojos despacio.
Él comienza a masturbarse, Aletheia lo observa en silencio. Él acerca la muñeca de Aletheia a sus labios sin siquiera rozarla y cierra los ojos, está disfrutando del placer que el mismo se proporciona. Abre los ojos y sonríe con malicia al ver el anhelo en los ojos de ella.
Aletheia baja la mirada y lo ve cada vez más turgente.
Aletheia se relame los labios, él observa su boca.
Aletheia alza la mirada, ve que él está a punto de correrse.
—pero…eso… jamás…va a pasar.. —jadea mientras acelera los movimientos de su mano y se corre, sin soltarla y sin dejar de verla a los ojos.
Aletheia se despierta de golpe.
Aletheia respira con demasiada agitación.
Aletheia se lleva una mano entre las piernas, está empapada.
Aletheia se incorpora, hurga en la mesita y saca la mariposa. Se la coloca, la activa y se deja llevar, mientras se aferra con ambas manos a las sábanas y cierra los ojos con fuerza.
Aletheia se rinde; sin hacer nada por evitarlo se estremece, recreándose en el sueño, alcanza el clímax.
Aletheia detiene el dispositivo y se gira boca abajo. siente que el corazón se le va a salir del pecho.
Aletheia respira profundo varias veces para serenarse.
La alarma del despertador suena
Aletheia apaga la alarma, se levanta.
Aletheia limpia la mariposa de sus fluidos y la guarda, entra en el baño y se da una ducha.
Aletheia sale de la ducha, se seca y se envuelve en la toalla.
Aletheia se lava los dientes.
Aletheia cuelga la toalla y se pone crema en la piel.
Aletheia sale del baño, busca ropa de deporte en el armario y se viste.
Aletheia se trenza el cabello, coge el móvil y las llaves y sale de la habitación.
Aletheia baja las escaleras y se acerca a la puerta.
Aletheia abre la puerta, el frío hace que se estremezca un poco.
Una fina llovizna cae.
Aletheia se sube la capucha de la sudadera.
Aletheia tiene un flashback del sueño y suspira
Aletheia piensa: desde luego que eso nunca va a pasar, lo tengo clarísimo.
Aletheia sale de la casa cerrando tras de sí para iniciar el entrenamiento del día.